Por Juan de Dios
Simón
Recién
terminé de leer el libro LA SUPERACION DEL INDIGENA. LA POLITICA DE LA
MODERNIZACION ENTRE LAS ELITES DE COMALAPA, SIGLO XX de Edgar Esquit. Admito
que al inicio me dije a mi mismo, ¿elites en Comalapa? No creo”, “Tal vez en
Xela sí”, esto porque solo conocía el libro escrito por Irma Alicia
Velásquez sobre la Pequeña Burguesía Indígena Kiché. Y porque en años
anteriores ante la llegada de Rigoberto Quemé Chay a la municipalidad de Xela
por medio del Comité Cívico Xeljú, conocí personas que tenían buena estabilidad
económica, y de “buen gusto” por la música, arte, vino, jardines,
etc. Elite, esa palabra solo lo había escuchado
en cursos de sociología, del libro de Marta Elena Casaus y en algún
discurso de algún catedrático de historia económica. Sin embargo, al
adentrarme en la lectura del trabajo de tesis doctoral de Edgar Esquit, y al
constatar la veracidad de las relaciones históricas de las familias Otzoy,
Raxjal, Matzer, Chirix, Salazar, Simón, Curruchich, Sotz, Cumez, Perén, y
otros, sé que hubo y hay élites en mi municipio de origen. Élites
entendido como grupos con expresión de poder económico, social y
política. Al observar la condición de los descendientes de esa élite
negociadora y que realizó alianzas históricas con el proyecto político liberal
de ese tiempo (inicios del siglo XX), y descubrir las líneas históricas que
algunas familias tuvieron para la superación por medio del comercio, la
política, la escolarización, el arte y la pintura y -porque aún conozco
profesionales que viven allí, y hablan el idioma kaqchikel-; comprendí que era
una excelente aproximación interpretativa de la historia de relaciones
interétnicas de San Juan Comalapa.
La
Superación del Indígena, escrito por Edgar, está bien escrito. No es uno
de esos libros folclóricos y culturalistas que están escritos por
allí, por requisitos administrativos (porque no quieren quedar mal con su
patrocinador, o por necesidad de mostrar un producto de una beca), lo escriben
a presión, a “rajatablas” o con sesgo ideológico estructuralista marxista.
Tampoco proviene de un análisis indigenista que solo desee proclamar valores
indígenas y no visibilizar los errores. El libro de Esquit está bien
escrito, busca evidencias científicas sociales de la afirmación intra de los que
emitieron opinión. Combina metodologías para la recabación de datos. Lo
ha presentado en Comalapa y en distintos escenarios en donde ha
presentado, acertadamente ha contestado las dudas de su audiencia. Además,
ya lo venden en las principales librerías del país, como Sophos.
Leer
la descripción, la narración y el análisis hecho de una realidad compleja, ha
sido redescubrir ciertas lógicas intencionales o no, que aún permanecen en la
práctica cotidiana de muchos comalapenses con tendencias a la
modernidad. Edgar supo cruzar información, contrastar opiniones,
sacar conclusiones y resaltar ese nuevo proceso que los indígenas Kaqchikeles
de Comalapa enfrentan en la transición del siglo XX y el siglo XXI.
Quizá habría que
enfatizar que muchos de los proceso reivindicativos, y de la designación
simbólica de la llamada "nobleza" indígena en el periodo
colonial, comenzó como una forma de cooptación de parte de poderes hegemónicos,
y luego el movimiento cultural, pronto pasó a ser una plataforma
política de las élites que no representó indígenas pobres y
campesinos, pero que fue absorbida por los planes y promesas de los
distintos gobiernos tanto de izquierda o derecha, liberal o conservador,
guatemalteca.
Contrario quizá a
algunas vertientes, creo que la permanencia de algunos grupos de poder en Comalapa
ha sido por la combinación de la economía con la educación superior y
la formación en diferentes especialidades universitarias, incluyendo la
militar. Lo digo porque personas como Benigno Raxjal que fue un
comalapense acaudalado, dueño de transportes urbanos, no apostó por los
estudios, sino solo por los negocios, y posteriormente se sabe, que esto tuvo
impacto negativo y estancamiento en las relaciones de poder, en las
generaciones siguientes de su familia. Él fue un hombre con mucha
estabilidad económica pero sus descendientes ya no. No llegó a la quiebra
total, pero su capital fue cercenado. No hubo inversión en la eficiencia y
mantenimiento del mismo. Mi tesis es que muchos saben cómo generar dinero, pero
no saben multiplicarlo, y formar a las siguientes generaciones para
administrarlo.
No
hay duda de que, en Comalapa, en los últimos 40 años, han cambiado muchas
cosas. Ahora, las expresiones del poder político y económico lo tienen los
indígenas, y ya no los mestizos o pro-blancos. Para bien o para mal,
desde hace unos 40 años las corporaciones municipales han estado en manos de
indígenas. Aun así, no es fácil borrar la historia de que indígenas y ladinos
reprodujeron una imagen de raza y clase permisiva (y hasta de desprecio hacia
el campesino e indígena pobre) dentro del imaginario liberal. Esta imagen fue
parte de un proyecto político que se inició a mediados del siglo XIX y se
consolidó en el siglo XX en donde los Comalapenses fueron parte, y en donde, quizá
sin quererlo, se convirtieron en grupos subalternos reproduciendo, esas
“ideas nuevas”.
El
libro deja espacio para seguir investigando. Habrá necesidad de profundizar un
poco más sobre algunas opiniones vertidas del conflicto armado que dividió a
comalapenses, ya que se percibe poca profundidad en esa problemática,
con excepción del intento de identificar con nombres y seudónimos
aquellas familias que estuvieron con el ejército y con la guerrilla.
Es
probable que, en esa masa analítica histórica de las élites en Comalapa, falte
sentar a algunos invitados que fueron protagonistas silenciados. Entre ellos
están los fundadores de las iglesias evangélicas, las cooperativas, escuelas y
colegios privados bilingües, los dueños de buses extraurbanos como la Ruta San
Juan, Estrellita de la Mañana, y el aporte de los intelectuales a la realidad
nacional (médicos, abogados, educadores, antropólogos) que también han
aportado al debate socio cultural y socio económico. Otras familias que me sorprende
que no fueron sujeto de análisis en el libro es la de Mingo Chex,
Hilario Sajcabun, Emilio Muchuch, Alejandro Simón (dueño de buses, la
otrora Estrellitas de la Mañana), y los Cux, familias que son conocidas de su
pasado ostentoso. También creo que hay familias que emigraron a Comalapa,
descritas en el libro de Esquit que no representan ninguna corriente elitista y
que fortuitamente aparecen en la descripción, pero que realmente en el
imaginario de la sociedad comalapense, no se constituyen en ninguna
élite.
Un
trabajo de seguimiento será explorar, la ignición, o el inicio de la relación
que familias comalapenses tuvieron con familias del extranjero, en especial con
familias de Estados Unidos. Y como esto vino a cambiar un cuadro imaginario de
relaciones del poder real.
Efectivamente,
si en Guatemala hay indígenas hablando inglés, viajando en avión, que tienen
amistades en diferentes países y continentes, que tienen cuentas bancarias en
el extranjero, y graduados de universidades extranjeras de Ivi League, eso
es en San Juan Comalapa.
