domingo, 6 de abril de 2014

La Superación de los Indígenas de Comalapa


Por Juan de Dios Simón


Recién terminé de leer el libro LA SUPERACION DEL INDIGENA. LA POLITICA DE LA MODERNIZACION ENTRE LAS ELITES DE COMALAPA, SIGLO XX de Edgar Esquit. Admito que al inicio me dije a mi mismo, ¿elites en Comalapa? No creo”, “Tal vez en Xela sí”, esto porque solo conocía el libro escrito por Irma Alicia Velásquez sobre la Pequeña Burguesía Indígena Kiché. Y porque en años anteriores ante la llegada de Rigoberto Quemé Chay a la municipalidad de Xela por medio del Comité Cívico Xeljú, conocí personas que tenían buena estabilidad económica, y de “buen gusto” por la música, arte, vino, jardines, etc.   Elite, esa palabra solo lo había escuchado en cursos de sociología, del libro de Marta Elena Casaus y en algún discurso de algún catedrático de historia económica.  Sin embargo, al adentrarme en la lectura del trabajo de tesis doctoral de Edgar Esquit, y al constatar la veracidad de las relaciones históricas de las familias Otzoy, Raxjal, Matzer, Chirix, Salazar, Simón, Curruchich, Sotz, Cumez, Perén, y otros, sé que hubo y hay élites en mi municipio de origen.  Élites entendido como grupos con expresión de poder económico, social y política. Al observar la condición de los descendientes de esa élite negociadora y que realizó alianzas históricas con el proyecto político liberal de ese tiempo (inicios del siglo XX), y descubrir las líneas históricas que algunas familias tuvieron para la superación por medio del comercio, la política, la escolarización, el arte y la pintura y -porque aún conozco profesionales que viven allí, y hablan el idioma kaqchikel-; comprendí que era una excelente aproximación interpretativa de la historia de relaciones interétnicas de San Juan Comalapa.    

La Superación del Indígena, escrito por Edgar, está bien escrito. No es uno de esos libros folclóricos y culturalistas que están escritos por allí, por requisitos administrativos (porque no quieren quedar mal con su patrocinador, o por necesidad de mostrar un producto de una beca), lo escriben a presión, a “rajatablas” o con sesgo ideológico estructuralista marxista. Tampoco proviene de un análisis indigenista que solo desee proclamar valores indígenas y no visibilizar los errores.  El libro de Esquit está bien escrito, busca evidencias científicas sociales de la afirmación intra de los que emitieron opinión. Combina metodologías para la recabación de datos. Lo ha presentado en Comalapa y en distintos escenarios en donde ha presentado, acertadamente ha contestado las dudas de su audiencia.  Además, ya lo venden en las principales librerías del país, como Sophos.

Leer la descripción, la narración y el análisis hecho de una realidad compleja, ha sido redescubrir ciertas lógicas intencionales o no, que aún permanecen en la práctica cotidiana de muchos comalapenses con tendencias a la modernidad.  Edgar supo cruzar información, contrastar opiniones, sacar conclusiones y resaltar ese nuevo proceso que los indígenas Kaqchikeles de Comalapa enfrentan en la transición del siglo XX y el siglo XXI.

Quizá habría que enfatizar que muchos de los proceso reivindicativos, y de la designación simbólica de la llamada "nobleza" indígena en el periodo colonial, comenzó como una forma de cooptación de parte de poderes hegemónicos, y luego el movimiento cultural, pronto pasó a ser una plataforma política de las élites que no representó indígenas pobres y campesinos,  pero que fue absorbida por los planes y promesas de los distintos gobiernos tanto de izquierda o derecha, liberal o conservador, guatemalteca.

Contrario quizá a algunas vertientes, creo que la permanencia de algunos grupos de poder en Comalapa ha sido por la combinación de la economía con la educación superior y la formación en diferentes especialidades universitarias, incluyendo la militar.  Lo digo porque personas como Benigno Raxjal que fue un comalapense acaudalado, dueño de transportes urbanos, no apostó por los estudios, sino solo por los negocios, y posteriormente se sabe, que esto tuvo impacto negativo y estancamiento en las relaciones de poder, en las generaciones siguientes de su familia.  Él fue un hombre con mucha estabilidad económica pero sus descendientes ya no. No llegó a la quiebra total, pero su capital fue cercenado. No hubo inversión en la eficiencia y mantenimiento del mismo. Mi tesis es que muchos saben cómo generar dinero, pero no saben multiplicarlo, y formar a las siguientes generaciones para administrarlo.  

No hay duda de que, en Comalapa, en los últimos 40 años, han cambiado muchas cosas. Ahora, las expresiones del poder político y económico lo tienen los indígenas, y ya no los mestizos o pro-blancos.  Para bien o para mal, desde hace unos 40 años las corporaciones municipales han estado en manos de indígenas. Aun así, no es fácil borrar la historia de que indígenas y ladinos reprodujeron una imagen de raza y clase permisiva (y hasta de desprecio hacia el campesino e indígena pobre) dentro del imaginario liberal. Esta imagen fue parte de un proyecto político que se inició a mediados del siglo XIX y se consolidó en el siglo XX en donde los Comalapenses fueron parte, y en donde, quizá sin quererlo, se convirtieron en grupos subalternos reproduciendo, esas “ideas nuevas”.

El libro deja espacio para seguir investigando. Habrá necesidad de profundizar un poco más sobre algunas opiniones vertidas del conflicto armado que dividió a comalapenses, ya que se percibe poca profundidad en esa problemática, con excepción del intento de identificar con nombres y seudónimos aquellas familias que estuvieron con el ejército y con la guerrilla.

Es probable que, en esa masa analítica histórica de las élites en Comalapa, falte sentar a algunos invitados que fueron protagonistas silenciados. Entre ellos están los fundadores de las iglesias evangélicas, las cooperativas, escuelas y colegios privados bilingües, los dueños de buses extraurbanos como la Ruta San Juan, Estrellita de la Mañana, y el aporte de los intelectuales a la realidad nacional (médicos, abogados, educadores, antropólogos) que también han aportado al debate socio cultural y socio económico. Otras familias que me sorprende que no fueron sujeto de análisis en el libro es la de Mingo Chex, Hilario Sajcabun, Emilio Muchuch, Alejandro Simón (dueño de buses, la otrora Estrellitas de la Mañana), y los Cux, familias que son conocidas de su pasado ostentoso.  También creo que hay familias que emigraron a Comalapa, descritas en el libro de Esquit que no representan ninguna corriente elitista y que fortuitamente aparecen en la descripción, pero que realmente en el imaginario de la sociedad comalapense, no se constituyen en ninguna élite. 

Un trabajo de seguimiento será explorar, la ignición, o el inicio de la relación que familias comalapenses tuvieron con familias del extranjero, en especial con familias de Estados Unidos. Y como esto vino a cambiar un cuadro imaginario de relaciones del poder real.

Efectivamente, si en Guatemala hay indígenas hablando inglés, viajando en avión, que tienen amistades en diferentes países y continentes, que tienen cuentas bancarias en el extranjero, y graduados de universidades extranjeras de Ivi League, eso es en San Juan Comalapa.

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