viernes, 2 de mayo de 2025

LA POBREZA MATERIAL SIGUE CONDICIONANDO EL DESARROLLO EDUCATIVO DE LA NIÑEZ GUATEMALTECA.

La pobreza material sigue condicionando el desarrollo educativo de la niñez guatemalteca.

Por Juan de Dios Simón*.

La reciente publicación del Ministerio de Educación sobre los resultados de la evaluación de Graduandos 2024 me hizo reflexionar sobre el por qué -en promedio- seguimos solamente con el 13% con satisfacción en el nivel de matemáticas y un logro escaso del 35% en el nivel de lectura (DIGEDUCA, 2025).  Al comparar estos resultados con los del 2019, pareciera que estábamos mejor en ese año (37% en lectura y 14% en matemáticas). Una de las causantes del retroceso fue el COVID-19.  Pero ¿le echamos toda la culpa a la pandemia? No. Definitivamente la permanente situación de pobreza material que sufre la mayoría de los estudiantes incide en el desarrollo educativo de la niñez y el COVID-19 solo vino a visualizar y profundizar el fracaso en el aprendizaje.   

He escuchado de ministros, viceministros, políticos, y funcionarios de cooperación internacional que se preguntan ¿Qué estamos haciendo mal y porque la niñez y la adolescencia no aprende matemáticas y hay escaza comprensión de lectura? Algunos piensan en soluciones desde la formación docente inicial y continua, otros en el liderazgo del director, otros en los programas de apoyo con insumos de calidad y otros en la metodología de enseñanza.  Todo eso está bien desde el enfoque de la oferta y del titular de obligaciones.   No obstante, se debe considerar la situación d

e los sujetos de derechos, y para ello debemos volver a las bases. Se debe comprender como la pobreza material asociado con bajos ingresos económicos, puede condicionar el desarrollo cognitivo y físico de los estudiantes y a las familias en general. Las familias mas carentes, excluidas y vulnerables tienen mas probabilidades de tener bajo rendimiento académico, repetir grados o abandonar la escuela (Unesco, 2022).

Veamos, este primer escenario: si un niño nace en una familia integrada, con mamá y papá, que siempre come 3 veces al día, que tiene calzado, ropa, cama propia, que tiene agua caliente y no sufre de violencia física, puede considerarse ya afortunado. Además, si papa o mamá le lee cuentos, le da ternura, cariño y cuando entra en la escuela tiene maestros, libros, bibliotecas y aulas apropiadas al tamaño, es mejor.  Si además de eso, en casa tiene condiciones de tener un escritorio, con computadora, impresora e internet para terminar sus tareas de la escuela tiene más probabilidades que termine los grados y los niveles educativos.   Si tiene buenas notas, y es premiado con cursos extracurriculares de inglés, música o natación, que permite desarrollar nuevas habilidades, facilita la terminación de los niveles educativos de primaria, básicos, diversificado y nivel universitario. 

Una condición de desarrollo así, con programas, materiales y recursos educativos materiales disponibles tanto en casa como en un centro educativo es óptimo, un lujo y hasta un privilegio en Guatemala.    Hasta aquí, se pudiera decir que funciona el sistema educativo para el ascenso social y se validarían las hipótesis de que el aprendizaje y el nivel educativo de la persona influye para que tenga mejores ingresos en salarios y eso puede crear una nueva condición de vida; y pagar otros servicios vinculados a la salud.

Ahora bien, veamos este segundo escenario: si eres un estudiante de familia carente de recursos materiales, con casa rentada, poca agua potable, sin drenaje, con padres desintegrados o no, que cada vez que no hay dinero tienen que vender una gallina o una cosecha para comprar ropa. Que comes 2 veces al día porque la comida es distribuida entre 6 hermanos o hermanas todos los días. Compartes tu cama o el petate con más hermanos.  Compras ropa usada, zapatos usados, y que con sacrificio de tus padres por fin tienes una computadora, pero a los pocos meses por alguna razón, se quiebra o se descompone. Tienes que arreglarlo.  ¿Dónde sacarás el dinero para su reparación?  ¿Usaras tu ahorro en caso lo tengas?      A penas tienes luz eléctrica, tienes teléfono, pero es de recarga sin internet y en la escuela te dejan trabajo para investigar.  Si además de eso, miembros de tu familia están enfermos, o son alcohólicos.  No duran en los trabajos porque su enfermedad no les permite estar estable.  Estas barreras ya inciden negativamente.

Siguiendo con la historia comparativa.  Estas alegre por tener nuevos compañeros en la escuela, pero el maestro habla un idioma diferente al tuyo, explica cosas sin comprender la diversidad de condiciones materiales que se tienen, y muchos menos la realidad cultural y lingüística del país.   Si además de eso, al regresar de tus estudios, tienes que apoyar a cuidar a tus hermanitos, medio comes algunas tortillas y luego a cuidar animalitos y a lavar ropa.  Todo esto repercute en los resultados de aprendizaje.  ¿Dónde quedará el tiempo para repasar matemáticas y leer libros? 


Recuerdo a una familia de Xecoxol, Tecpán Guatemala que estaba muy entusiasmado de que 3 de sus 5 hijos estaban en la Escuela.   Todo iba bien, había brillo en los ojos de la familia porque las calificaciones de los niños no había un curso perdido.  Luego, hubo costos inesperados de un funeral de una tía, no planificado, en ese mismo año vino la lluvia con fuertes vientos, que tumbó parte del techo de donde dormían. El techo de su vivienda empezó a gotear y tuvieron que usar los ahorros familiares para lograr la reparación.  Los sucesos, repercutieron inmediatamente en las condiciones dignas para el aprendizaje de los niños que estaban en la escuela.  Se agravó amargamente cuando Don Chepe (el proveedor de la familia) perdió su empleo y para no meterse a deudas vendió su terreno de milpa, su único patrimonio. 

Lo anterior, ilustra las realidades de muchas familias pobres guatemaltecas; y como al no romper el ciclo de pobreza, tampoco tendrán resultados académicos deseados.  

La UNESCO en su informe de Educación para Todos, Evaluación de las metas del 2000-2015, indicó:

“Los niños pobres tienen cinco veces más probabilidades que los ricos de abandonar los estudios primarios y sólo uno de cada tres países del mundo han alcanzado la totalidad de los objetivos planteados por esta organización” EPT-UNESCO, 2022.

El Banco Mundial (2023) también nos dice:

“Aproximadamente el 70% de los niños de países en desarrollo no saben leer y entender un texto simple a los 10 años (esto se llama pobreza de aprendizaje) y esto se asocia mucho a la pobreza económica”.

Entonces volviendo al caso de Guatemala ¿Podrá un niño o niña aprender con calidad si en lugar de repasar, hacer sus tareas y reforzar sus habilidades de aprendizaje tiene que ir al campo a trabajar, o cuidar a los hermanitos, o comer solo dos veces, y manejar el estrés por las condiciones difíciles?  La respuesta es que no. Por el contrario, puede crecer la frustración, rencor y hasta odio porque no comprenden la carencia.  Unos si tienen las condiciones básicas para estudiar, y muchos están en grandes carencias y vulnerabilidades. Muchos enfrentan grandes brechas de oportunidades y en condiciones.

La intervención y apoyo del Estado es crucial para fortalecer la educación, pero no se podrá hacer mucho mientras no se comprenda las rutas de exclusión estructural que mantiene a millones de guatemaltecos en la pobreza. 

¿Qué solución debemos tener?

Próxima en Parte II.

 

A pesar de que no todos los estudiantes pobres fracasan, debido al doble esfuerzo personal, la red de apoyo de familiares, autoestima y buenos profesores que dan la extramilla, debemos ser honestos que hay más excepciones que regla general.  

Volvamos como organizaciones y entidades que trabajamos en el sector educativo a las bases de atacar la pobreza multidimensional que enfrentan los hogares y las familias, sin dejar de ver la parte de la carencia material como insumos para lograr resultados en los aprendizajes.

Si un niño quiere, pero no puede seguir estudiando porque no tiene cuadernos, lapiceros y no tiene uniforme, zapatos, entonces se debe apoyar al niño y a su familia con un paquete educativo.   Si un niño no tiene ninguna mesa, ningún lugar tranquilo para hacer la tarea en casa, pues se le debe apoyar en la compra de una mesa y una construcción mínima de vivienda con un espacio para hacer tareas.  Si un niño no tiene alimentos disponibles, al menos apoyémoslo con alimentación escolar y en el mejor de los casos capacitar y acompañar a las familias que puedan producir sus propios alimentos.  Si no tiene vacunas y que esté creciendo según su edad y peso, se debe apoyar con clínicas médicas móviles o fortalecer a los centros de convergencia, puestos y centros de salud.   Si la brecha es en la distancia para el acceso, que tiene que pagar buses para llegar a estudiar los básicos o diversificado (INEB, Telesecundarias, Nufed, INED, por Cooperativa y municipales), se debe apoyar con becas, y pago de transporte. 

Si el niño va mal en matemáticas y lecto escritura, además de involucrar a los padres en la educación, adaptemos los programas en los horarios y atenciones los fines de semana; sin afectar los periodos de siembra y cosecha en el campo.  ¿Cuántos programas de nivelación o reforzamiento de aprendizajes del Ministerio de Educación se dan los fines de semana? 

Si un niño sufre violencia intrafamiliar, además de seguir una ruta de denuncia a autoridades competentes, es necesario apoyar a los padres a crear un hogar afectivo y protegido.  Escuela de padres puede ayudar.

En conclusión, si no abordamos la solución de la pobreza familiar, tendremos estudiantes en tremendas desventajas y barreras educativas.  Muchos padres no pueden ayudar con las tareas porque trabajan muchas horas para tener ingresos económicos y también porque ya tienen expectativas sociales bajas.  Pasarán gobiernos, tras gobiernos y solo nos mostrarán más de lo mismo.  

Las organizaciones del tercer sector y particularmente los titulares de responsabilidades aún tenemos un papel importante en la sociedad al contribuir tanto con el titular de derechos y el titular de obligaciones.  Mientras haya pobreza habrá pobres, y seguir con una educación pobre para pobres, no es la solución.

¿Los hijos de quienes, tendrán que seguir esperando?

 

*Juan de Dios Simón. Director de Programas y Operaciones de la Fundación Familias de Esperanza-Common Hope, es especialista en educación internacional, graduado de la Harvard Graduate School of Education.