La pobreza material sigue
condicionando el desarrollo educativo de la niñez guatemalteca.
Por Juan de Dios Simón*.
He escuchado de ministros,
viceministros, políticos, y funcionarios de cooperación internacional que se preguntan
¿Qué estamos haciendo mal y porque la niñez y la adolescencia no aprende
matemáticas y hay escaza comprensión de lectura? Algunos piensan en soluciones
desde la formación docente inicial y continua, otros en el liderazgo del
director, otros en los programas de apoyo con insumos de calidad y otros en la
metodología de enseñanza. Todo eso está
bien desde el enfoque de la oferta y del titular de obligaciones. No obstante, se debe considerar la situación
d
e los sujetos de derechos, y para ello debemos volver a las bases. Se debe
comprender como la pobreza material asociado con bajos ingresos económicos,
puede condicionar el desarrollo cognitivo y físico de los estudiantes y a las
familias en general. Las familias mas carentes, excluidas y vulnerables tienen
mas probabilidades de tener bajo rendimiento académico, repetir grados o
abandonar la escuela (Unesco, 2022).
Veamos, este primer escenario: si
un niño nace en una familia integrada, con mamá y papá, que siempre come 3
veces al día, que tiene calzado, ropa, cama propia, que tiene agua caliente y
no sufre de violencia física, puede considerarse ya afortunado. Además, si papa
o mamá le lee cuentos, le da ternura, cariño y cuando entra en la escuela tiene
maestros, libros, bibliotecas y aulas apropiadas al tamaño, es mejor. Si además de eso, en casa tiene condiciones
de tener un escritorio, con computadora, impresora e internet para terminar sus
tareas de la escuela tiene más probabilidades que termine los grados y los
niveles educativos. Si tiene buenas
notas, y es premiado con cursos extracurriculares de inglés, música o natación,
que permite desarrollar nuevas habilidades, facilita la terminación de los
niveles educativos de primaria, básicos, diversificado y nivel universitario.
Una condición de desarrollo así,
con programas, materiales y recursos educativos materiales disponibles tanto en
casa como en un centro educativo es óptimo, un lujo y hasta un privilegio en
Guatemala. Hasta aquí, se pudiera
decir que funciona el sistema educativo para el ascenso social y se validarían
las hipótesis de que el aprendizaje y el nivel educativo de la persona influye para
que tenga mejores ingresos en salarios y eso puede crear una nueva condición de
vida; y pagar otros servicios vinculados a la salud.
Ahora bien, veamos este segundo
escenario: si eres un estudiante de familia carente de recursos materiales, con
casa rentada, poca agua potable, sin drenaje, con padres desintegrados o no,
que cada vez que no hay dinero tienen que vender una gallina o una cosecha para
comprar ropa. Que comes 2 veces al día porque la comida es distribuida entre 6
hermanos o hermanas todos los días. Compartes tu cama o el petate con más
hermanos. Compras ropa usada, zapatos
usados, y que con sacrificio de tus padres por fin tienes una computadora, pero
a los pocos meses por alguna razón, se quiebra o se descompone. Tienes que
arreglarlo. ¿Dónde sacarás el dinero
para su reparación? ¿Usaras tu ahorro en
caso lo tengas? A penas tienes luz
eléctrica, tienes teléfono, pero es de recarga sin internet y en la escuela te
dejan trabajo para investigar. Si además
de eso, miembros de tu familia están enfermos, o son alcohólicos. No duran en los trabajos porque su enfermedad
no les permite estar estable. Estas
barreras ya inciden negativamente.
Siguiendo con la historia
comparativa. Estas alegre por tener
nuevos compañeros en la escuela, pero el maestro habla un idioma diferente al
tuyo, explica cosas sin comprender la diversidad de condiciones materiales que
se tienen, y muchos menos la realidad cultural y lingüística del país. Si además de eso, al regresar de tus
estudios, tienes que apoyar a cuidar a tus hermanitos, medio comes algunas
tortillas y luego a cuidar animalitos y a lavar ropa. Todo esto repercute en los resultados de
aprendizaje. ¿Dónde quedará el tiempo
para repasar matemáticas y leer libros?
Lo anterior, ilustra las
realidades de muchas familias pobres guatemaltecas; y como al no romper el
ciclo de pobreza, tampoco tendrán resultados académicos deseados.
La UNESCO en su informe de
Educación para Todos, Evaluación de las metas del 2000-2015, indicó:
“Los niños
pobres tienen cinco veces más probabilidades que los ricos de abandonar los
estudios primarios y sólo uno de cada tres países del mundo han alcanzado la
totalidad de los objetivos planteados por esta organización” EPT-UNESCO, 2022.
El Banco Mundial (2023) también nos
dice:
“Aproximadamente
el 70% de los niños de países en desarrollo no saben leer y entender un texto
simple a los 10 años (esto se llama pobreza de aprendizaje) y esto se asocia
mucho a la pobreza económica”.
Entonces volviendo al caso de
Guatemala ¿Podrá un niño o niña aprender con calidad si en lugar de repasar,
hacer sus tareas y reforzar sus habilidades de aprendizaje tiene que ir al campo
a trabajar, o cuidar a los hermanitos, o comer solo dos veces, y manejar el
estrés por las condiciones difíciles? La
respuesta es que no. Por el contrario, puede crecer la frustración, rencor y
hasta odio porque no comprenden la carencia. Unos si tienen las condiciones básicas para
estudiar, y muchos están en grandes carencias y vulnerabilidades. Muchos
enfrentan grandes brechas de oportunidades y en condiciones.
La intervención y apoyo del
Estado es crucial para fortalecer la educación, pero no se podrá hacer mucho mientras
no se comprenda las rutas de exclusión estructural que mantiene a millones de guatemaltecos
en la pobreza.
¿Qué solución debemos tener?
Próxima en Parte II.
A pesar de que no todos los
estudiantes pobres fracasan, debido al doble esfuerzo personal, la red de apoyo
de familiares, autoestima y buenos profesores que dan la extramilla, debemos
ser honestos que hay más excepciones que regla general.
Volvamos como organizaciones y
entidades que trabajamos en el sector educativo a las bases de atacar la
pobreza multidimensional que enfrentan los hogares y las familias, sin dejar de
ver la parte de la carencia material como insumos para lograr resultados en los
aprendizajes.
Si un niño quiere, pero no puede
seguir estudiando porque no tiene cuadernos, lapiceros y no tiene uniforme,
zapatos, entonces se debe apoyar al niño y a su familia con un paquete
educativo. Si un niño no tiene ninguna mesa,
ningún lugar tranquilo para hacer la tarea en casa, pues se le debe apoyar en
la compra de una mesa y una construcción mínima de vivienda con un espacio para
hacer tareas. Si un niño no tiene
alimentos disponibles, al menos apoyémoslo con alimentación escolar y en el
mejor de los casos capacitar y acompañar a las familias que puedan producir sus
propios alimentos. Si no tiene vacunas y
que esté creciendo según su edad y peso, se debe apoyar con clínicas médicas móviles
o fortalecer a los centros de convergencia, puestos y centros de salud. Si la brecha es en la distancia para el
acceso, que tiene que pagar buses para llegar a estudiar los básicos o
diversificado (INEB, Telesecundarias, Nufed, INED, por Cooperativa y
municipales), se debe apoyar con becas, y pago de transporte.
Si el niño va mal en matemáticas
y lecto escritura, además de involucrar a los padres en la educación, adaptemos
los programas en los horarios y atenciones los fines de semana; sin afectar los
periodos de siembra y cosecha en el campo.
¿Cuántos programas de nivelación o reforzamiento de aprendizajes del
Ministerio de Educación se dan los fines de semana?
Si un niño sufre violencia intrafamiliar,
además de seguir una ruta de denuncia a autoridades competentes, es necesario
apoyar a los padres a crear un hogar afectivo y protegido. Escuela de padres puede ayudar.
En conclusión, si no abordamos la
solución de la pobreza familiar, tendremos estudiantes en tremendas desventajas
y barreras educativas. Muchos padres no
pueden ayudar con las tareas porque trabajan muchas horas para tener ingresos
económicos y también porque ya tienen expectativas sociales bajas. Pasarán gobiernos, tras gobiernos y solo nos
mostrarán más de lo mismo.
Las organizaciones del tercer
sector y particularmente los titulares de responsabilidades aún tenemos un
papel importante en la sociedad al contribuir tanto con el titular de derechos
y el titular de obligaciones. Mientras
haya pobreza habrá pobres, y seguir con una educación pobre para pobres, no es
la solución.
¿Los hijos de quienes, tendrán
que seguir esperando?
*Juan de Dios Simón. Director de Programas y Operaciones de
la Fundación Familias de Esperanza-Common Hope, es especialista en educación internacional,
graduado de la Harvard Graduate School of Education.
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