miércoles, 1 de abril de 2020

Llamado a la reflexión y a la acción en medio del temor.


Llamado a la reflexión y a la acción en medio del temor.

Por Juan de Dios Simón

Como especie humana, nos sentíamos invencibles pero la pandemia del COVID-19 nos hizo recordar que somos vulnerables. En China murieron más de 3 mil personas. En Guayaquil, Ecuador, piden ayuda para enterrar a decenas de cadáveres que están tirados en las calles. En Italia hay más de 12 mil muertos, cada día mueren centenares de personas y ya no hay espacio para cremar a los muertos, están buscando fosas comunes. En España el sistema de salud ha colapsado, hay más de 8 mil muertos, se está decidiendo sacrificar a los mayores de edad para salvar a la población joven. Estados Unidos tiene más de tres mil muertos, anuncia prepararse porque en el mes de abril podría haber entre 100 mil a 240 mil muertos por Coronavirus. En el Vaticano, 28 sacerdotes y 2 Cardenales han muerto, y varios han decidido morir y donar respiradores a pacientes más jóvenes. Miles de contagios siguen aumentando, y las familias de los fallecidos con profundo dolor y llanto.

Las dos economías más grandes del mundo EE.UU. y Europa empiezan a sentir el colapso, miles de trabajadores pierden su trabajo, micro empresas ahogándose, el vendedor ambulante con autoempleo no puede vender sus productos. No hay arma atómica, química o nuclear capaz de pelear con este nuevo enemigo; un virus. El Coronavirus no ve posición social, ni cultura, ni lengua, ni sexo, ni religión. Actores de cine, millonarios muriendo, el Príncipe de Inglaterra ha sido apartado porque tiene Coronavirus. Placido Domingo casi se muere en México; esto a pesar de la realidad que en todos los desastres naturales el ciudadano pobre de escasos recursos siempre es quien pierde más, porque se agrega su situación de hambre, falta de agua, falta de drenajes, falta de jabón y alcohol en gel.

Algo jamás visto y solo comparable con películas de terror; las personas en casa se sienten en prisión por su propia seguridad, aeropuertos cerrados, fronteras restringidas, estadios de futbol cerrados, campeonatos mundiales y juegos olímpicos reprogramados. El Papa en la plaza de San Pedro haciendo misa solo y ante una enorme pantalla; las grandes concentraciones evangelistas reducidas a hablar en redes sociales. No hay reuniones, talleres o grandes concentraciones de personas. Millones de padres de familia, de una semana a otro fueron confinados en casa, buscando alternativas para educar a sus hijos y al mismo tiempo tener ingresos. Las instituciones de derechos humanos alarmados y abogando para que en los hogares no existan mas violencia ni des-protección a la niñez debido al aumento de estrés, angustia y por la depresión.

Mientras tanto, al ver por las ventanas se observa a la naturaleza más verde, los ríos menos contaminados, los pájaros y animales mas libres y cantando. El virus está matando a humanos, pero por lo extraño que parezca, no hay evidencia que este matando al mundo diverso y vivo de la naturaleza. ¿Estamos escuchando el mensaje del cosmos y de la naturaleza?


Es un momento de reflexión para la zona de confort de la especie humana. Momentos de reflexión y de reacción es necesaria; nada será igual después del Coronavirus. Abundan los slogans de que “Juntos saldremos adelante”, “Superaremos los obstáculos”; y con recomendaciones prácticas y efectivas como el distanciamiento social y el lavado de manos con solidaridad; pero muy dentro del corazón de muchos, anhelan ver una intervención que rompa las leyes físicas y naturales, “un milagro”.

Se buscan respuestas desde la ciencia, la política, desde la filosofía, desde las religiones y hay muchas explicaciones de donde surgió, que consecuencias tendrá el virus, pero casi todo son probabilidades y posibilidades. El mundo está en caos, hay miedo multiplicado por los medios de comunicación al ver imágenes apocalípticas y lo que prevalece es la realidad; de levantarnos todos los días, ver a nuestras familias, ver nuestras finanzas, recibos que pagar y decir un día más; protejámonos y cuidémonos.

Los ateos tendrán sus explicaciones y respuestas ante este caos; pero quienes tenemos la libertad de creer en la revelación divina sabemos que el Todopoderoso habla por medio de la naturaleza, el universo y en situaciones como las actuales. Es hora de escuchar esa voz del Todo, del creador y formador del Todo, del Dios de Spinoza y Einstein “Todo es Dios, que se revela a través del universo” y regresemos a las bases de nuestra propia existencia.

El combate del COVID 19, y todos los tipos de Coronavirus no podrán ser eliminados si no cambiamos nuestra prácticas ordinarias de Darwinismo social. Esta pandemia no aparece en los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030; y es un momento para reprogramar y redireccionar nuestros esfuerzos y recursos para que a nivel planetario, y actuando desde lo local, podamos contribuir al desarrollo espiritual (subjetiva), material y relacional de todos; con la conciencia clara de que somos parte de un Todo; que vivimos en un planeta con interdependencia y que lo que ocurra en EEUU, o en China, más temprano que tarde, nos afectará en nuestras aldeas y caseríos.
¿Tomaremos la pandemia del Coronavirus en serio? O solo reaccionaremos cuando nuestros seres queridos mueran y no podamos darle una sepultura digna. De nosotros depende escuchar la voz de la conciencia







Tomado de Free Copyright. 

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