Por Juan de Dios Simón
La nieve ya inició en Washington DC, la gente saca a relucir sus abrigos, caminan y hacen el "shoping" alrededor de Georgetown, o en Bethesda, o en una de las tantas MACYs; mientras tanto en Guatemala ya hay frio, existe una pista de hielo para los que quieran ir a patinar "ice skating" en la zona 1, o si es de clase media, pues en Cayalá. El ponche, chocolate caliente o un cappuccino hacen degustar de un pan dulce, un chocolate suizo, o un pache quetzalteco.
Ya sea por la lectura de uno de los libros que se venden en Sophos de la zona 10 o en una de las charlas alrededor de la 6 avenida de la zona 1, siempre se siente el calor humano, el sabor de guate.
Al salir a correr por la Avenida de las Américas de la zona 13 de la capital, vienen imágenes en mi mente como cuando corría alrededor del Rio Potomac en DC, los botes en el rio, el teatro Kennedy, el Lincoln Memorial a la vista; pero paradójicamente cuando estoy en DC pienso que estoy corriendo en Guatemala, viendo uno de los volcanes imponentes, o en algunas de las cumbres de los Cuchumatanes; o en una de las carreras que se celebran en el occidente del país. No hay duda que mi corazón vive en dos países. Mi experiencia y mi mente vive y se resignifica en dos países, Guatemala y Estados Unidos. Se parece a aquella película entre el Cielo y La Tierra de Tommy Lee Jones, ya que por un lado está mi nacionalidad chapina, que incluye mi cultura, idiosincrasia, y por el otro lado mi residencia, mis hijos y mis oportunidades laborales.
No se por cuanto tiempo, pero ahora estoy en la tierra de mis ancestros. Con el ritmo de la música del grupo chileno Illapu con la canción de Vuelvo para Vivir, retomo mis raíces profundas, "vuelvo a renacer", regreso a mi Guatemala querida, mi amado pueblo de Guatemala, mi pueblo Kaqchikel.
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