Por Juan de Dios Simón Sotz
Con la Dra. Joan Dassin, Directora del IFP Ford Foundation |
En palabras de la Directora Ejecutiva de IFP, Joan Dassin y reiterada por Luis Ubiñas, Presidente la Fundación Ford, la visión sobre el modelo de becas, más que un programa académico, fue un programa para fortalecer el liderazgo mundial a favor de la justicia social y derechos humanos. El IFP fue diferente a otros programas de becas, por el énfasis explícito de enfocarse a estudiantes de estratos económicos bajos de países clasificados como en vías de desarrollo. El apoyo financiero a líderes y talentosos individuos del espectro social más pobre para que tuvieran igualdad de oportunidades al acceso a la educación superior de alto nivel, fue una estrategia que ya ha mostrado resultados sobresalientes. Por ejemplo, los ex becarios tienen mejores oportunidades laborales, ya están trabajando en defensa de derechos de la mujer, derechos de pueblos indígenas, expansión de servicios de salud y educación, salvaguardias ambientales y sociales, formulación de políticas públicas, cambio climático y desarrollo de técnicas agrícolas innovadoras, entre otras.
Los representantes de ex becarios de Uganda, Vietnam, China y Perú, en un panel organizado dentro del evento de cierre, compartieron sus experiencias y sus palabras fueron emotivas de reconocimiento, de agradecimiento y de honra al programa IFP. Por ejemplo, reconocieron el costo efectividad del programa, enfatizaron el invaluable enfoque de apoyar líderes del área rural, o personas que han enfrentado niveles de exclusión por motivos raciales, étnicos, religiosos y por discapacidad. El IFP y el título universitario, impactó sus vidas para siempre. Muchos son los primeros de obtener un título de postgrado universitario a nivel de toda la historia familiar. Una maestría o un doctorado les ha generado impactos positivos en lo personal, familiar y comunidad, tanto en el corto, mediano y largo plazo.
Y efectivamente muchos de nosotros no hubiéramos podido estudiar una maestría en el extranjero, en una universidad de la IVY LEAGUE, si no hubiera sido por el decidido apoyo del programa IFP. En lo personal fue un desafío y gran satisfacción haber estudiado en la Universidad de Harvard, esto a pesar que el inglés es mi tercer idioma. Puedo decir que cuando hay igualdad de oportunidades y compromiso con uno mismo, aun en nuestro tercer idioma podemos tener éxitos y tener honores académicos de Magna Cum Laude.
Un análisis comparativo sobre los becados para educación superior en universidades del extranjero versus los que no han tenido una beca y que son provenientes de las mismas comunidades, contexto y nivel socio económico, se puede deducir que existe una diferencia positiva a favor de los ex becarios. Cualitativamente los ex becarios consideran que su vida es un éxito, han roto la tendencia de a igual nivel de estudios de padres igual nivel de estudio de hijos; tienen aportes significativos en su comunidad con herramientas académicas que antes no lo tenían, sus familias están motivadas en buscar oportunidades de estudiar, y muchos de los ex becarios son un ejemplo a seguir.
El beneficio del programa es mayor que el costo económico per se. Para mí fue un instrumento de desarrollo transformador, de diálogo académico, de rescate de la dignidad como seres humanos, de esperanza para romper con el ciclo de pobreza y de reencauzamiento de una generación más responsable con su entorno y comunidad. Alguien tenía que invertir en la educación superior de los más excluidos para demostrar que es rentable, que hay mayor retorno, y la Fundación Ford lo hizo.
En un ambiente de satisfacción y de decir “misión cumplida”, no se ha hecho esperar el reconocimiento importante para Susan Berresford y Joan Dassin quienes impulsaron el modelo, creyeron en el modelo y defendieron el modelo dentro y fuera de la Fundación Ford. En especial porque lograron defender el fondo en medio de una crisis suscitada a partir del ataque terrorista en New York el 11 de septiembre de 2001. El IFP con un presupuesto de aproximadamente 250 millones de dólares, fue salvaguardado para los fines creados, y ha sido el fondo no reembolsable más grande de la Historia de la Fundación Ford. Ese coraje de creer en la justicia social y de poner el dinero donde está el discurso fue también compartido y apropiadas por las organizaciones socias que más que simples canalizadoras de fondos y gestión de un programa, apoyaron la preparación pre académica, apoyo en aplicaciones, asesoría, mentoría y otros. En el caso de Guatemala, El Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica (CIRMA) cumplió su papel. Por eso, la presencia de Anabela Acebedo en el evento como Coordinadora Nacional del Programa, fue oportuna.
No podríamos imaginarnos el costo de oportunidad de no haber tenido el apoyo del IFP. ¿Que sería el mundo y de los 4300 líderes por la justicia social sin la inversión financiera de la Fundación Ford?, ¿donde estaríamos?
Parafraseando al escritor Moisés Naim, diría que en un mundo en donde el poder cambia de occidente a oriente, del norte al sur, de palacio de gobiernos a plazas públicas, de hombre a mujer, de cambios en la Iglesia, de medios de comunicación a la utilización de redes sociales como Facebook; quienes fuimos parte del programa sabemos que hemos sido empoderados, el poder de muchos “Power of Many” nos ha convertido en una nueva generación de líderes, con alianzas para el desarrollo y justicia social y estamos agradecidos por el apoyo de IFP-Fundación Ford.
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