lunes, 17 de marzo de 2014

RECORDANDO A MI MADRE MERCEDES



Por Juan de Dios Simón Sotz.

Madre, a un año de tu muerte física te recuerdo con la sonrisa de siempre. Con la brillantez de tus ojos ante los triunfos y con tu autoridad moral para aconsejarnos como familia. Hace un año tuve el privilegio de despedirme de ti madre, fue un regalo de la vida ser testigo de tu paso hacia la eternidad y tus expresiones quedaron grabadas en mi vida.

Mercedez Sotz Salazar 1930-2012, con su nieta Mayabella (Simón) 


Algo que admiré de ti, fue tu fortaleza y tu comprensión de que somos temporales en esta tierra. Que a pesar de que somos insignificantes en todo el universo, nuestro creador y señor se acuerda de nosotros. Sin que tuvieras el reinado de David y sus principales consejeros, coincidías de ¡Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder?.

A pesar de los grandes desafíos y eventos vividos siempre me he preguntado, ¿de dónde sacaste tanta fuerza?. Terremoto del 76, muerte de los abuelos, muerte de papá en el 81, la muerte de mi hermano Benigno en accidente por el 68, las muertes graduales de tus hijos Santiago, Manuel y de tus nietas Delfina y Ana Rosa. A pesar de todo, siempre tenías fe en el creador y señor. Buscabas primeramente la justicia de Dios antes que cualquier otra cosa. O quizá agradecías porque viste en vida las bendiciones que pedias, viste a tus hijos graduarse de sus estudios, de tener nietos y nietas que te alegraban la vida, o porque viste como poco a poco esa casa donde naciste en San Juan Comalapa, se transformó para el bien de tu descendencia.

Cuando había algún evento que alegraba tu corazón, en tu idioma Kaqchikel decías, ¡siento las caricias del amor de mi Dios!; ¡Mi señor me consuela como una niña! Siempre pensé que eran alegóricas y analogías.
¿Estabas lista a ver cara cara a tu señor?, ¿a hacer práctica el versículo de para mí el vivir es cristo y el morir es ganancia?, y es que quizás lograste el nivel de conciencia más alto y no me di cuenta; es que quizás sentiste audiblemente la voz de Dios y sentiste realmente sus palmadas celestiales y yo no lo vi; quizá tu alegría y tus cantos a todo pulmón en tus últimos días de “mi alma volará mi alma volará, al son de las trompetas, mi alma volará”; eran porque podías ver el paraíso creciente, ese mismo lugar al que se refirió Jesús en el momento de su crucifixión? pero que nadie mas lo comprendió. O era porque escuchaste trompetas, mientras nosotros llorábamos viéndote ir, tu espíritu y tú alma se alzaba para reencontrarse con el creador. Quizá mientras yo ocupado y preocupado en el trajín de los días, por estar atareado en el presente, en el consciente, en el que dirán, no pude ver que ya vivías en el mundo espiritual, en el reino eterno y que por eso, la parte física de tu cuerpo ya no aguantó. No se!.

Madre, yo sigo bla bla bla pensando en las cosas materiales, en la publicación de un artículo y cosas artificiales de este mundo, le pido a Dios que me ayude a tener mas y mejor sabiduría.
A un año de tu partida, tan solo puedo decir, que ya no me siento solo, te lloré porque te adelantaste madre, pero te fuiste en tu sueño profundo, sonriente, bromeando, comiendo y bendiciendo el lugar donde estábamos. Madre ya no pudiste ver a Sofía Kaslem, tu nieta pero se que la estas viendo dormir, comer, llorar y jugar. Sofia tiene tu sonrisa.

Recuerdo que a Mirian y yo nos dijiste que quizá te gustaría visitarnos unos 6 meses, ¿eran solo deseos? O es que en realidad lo hiciste y sigues con nosotros!, ya no en cuerpo pero si en espíritu. Porque viviendo en estos lugares de Estados Unidos, a veces en la voz de los pájaros, en la caída de la lluvia, en los campos verdes, y en los sueños de madrugada, contemplando la misma luna y cielo, te vemos, sentimos tu presencia y recordamos tus consejos.

Ha madre!. Quizá pronto regrese a ese lugar que cuidaste y limpiaste con esmero. Quizá se cumpla lo que un dia me dijiste, que algún día estaré de nuevo en mi casa. En ese lugar donde vivieron los abuelos y Ri wachoch, qachoch!. Quizá!.

Lo que sí es seguro madre, es que tarde o temprano, nos veremos y te daré de nuevo el abrazo de siempre.

Mercedes Sotz Salazar murió el 5 de julio de 2012

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